domingo, 10 de agosto de 2008

APOSTÉ Y GANÉ

Yo confié y gané. Aposté y resulté beneficiada.
Sí, así como se los cuento. Porque cada vez que uno de mis alumnos logra algo positivo, yo también resulto favorecida, me siento bien conmigo, he acopiado una nueva experiencia que me ha hecho crecer un poquito.
Y de eso se trata la vida de un maestro, de enseñar al mismo tiempo que va aprendiendo y creciendo.
Uno de mis alumnos de este año, sexto grado de primario, ha estado incomodando a cuánta persona del ámbito educativo ha podido, sus conductas dejaban mucho que desear.
He recibido constantes quejas de sus compañeras y compañeros de aula, niños de otros grados, porteras, compañeras docentes, y he estado tratando por todos los medios de hacer que este angelito mío, como acostumbro llamar a mis alumnos, deponga su actitud, pero sin resultados positivos. Era como si todo consejo, recomendación o llamado de atención cayera en saco roto.
Entonces tomé una medida arriesgada y esperé sin decir nada a nadie, ni al propio alumno.
Hace dos o tres días, para honda satisfacción mía, en un recreo mientras observábamos a los niños jugar, mis colegas me dijeron:
-Ese niño ha cambiado mucho, y para bien-
-Es otra persona-
-Trabaja mucho y ya no molesta a los demás-
-¿Qué le hiciste? ¿Hablaste con sus padres? ¿Le pusiste una baja calificación en conducta?-
A lo que respondí con la verdad y llena de regocijo:
-No, nada de eso, sólo le he demostrado que confío en él. Le he puesto el viernes pasado, en el Informe de Conducta Semanal, un EXCELENTE.
Le he dado un crédito sin garantía y a sola firma. Me he arriesgado. No he podido ir en contra de mis principios.
El niño, que no es ningún tonto, ha advertido que no lo tenía ganado aún, pues hasta ese momento su conducta no estaba ni cerca de un Excelente.
Y su próxima reacción, luego del salto de felicidad que ha dado al ver su nota, ha sido la de esforzarse por merecerla y ya no seguir en deuda con quien confió en él.

¡Yo lo sabía, estaba segura que es bueno confiar en los niños!.

No sé si ésto puede llegar a funcionar así siempre, lo que sí sé es que a mí, en esta circunstancia me ha dado buenos resultados.
Arriesgué y gané.
Por eso vuelvo a confirmar mi teoría de la confianza.
Vale la pena correr los riesgos.