martes, 16 de marzo de 2010

MUJERES


He leído hoy un artículo acerca de nuestro día, EL DÍA DE LA MUJER.
Expresa en una parte que las mujeres trabajamos mucho, en la casa y fuera de ella y que a los hombres se les han ido quitando algunas responsabilidades de sus mochilas.
Pero disiento un poco en este sentido.
Por estos tiempos algo está cambiando.
Siempre digo que "he sido una vanguardista", porque desde los tiempos del comienzo de mi matrimonio , hace ya casi 30 años, cuando la mayoría de las mujeres de mi edad se rompían el alma para hacer todos los trabajos de la casa, atender a los niños y a los esposos como si estuviesen en un hotel y trabajar además fuera del hogar, yo opté por compartirlo todo con mi esposo, lo hice partícipe de todo: Cambiar los pañales de los niños que llegaban al mundo uno tras otro, preparar sus biberones, darles sus vacunas, llevarlos al jardín cuando yo no estaba...Claro, que no me resultó para nada una tarea fácil. Hubo que romper esquemas y tradiciones. Tomé muy en serio esto, como parte del precio a pagar por ser maestra.
Hubo una suerte de choque en las familias de mi esposo y en la mía propia cuando descubrieron que DELEGUÉ LA COCINA AL HOMBRE DE LA CASA.
Tuve que luchar con las miradas y comentarios atroces de mi madre como este:
-Yo jamás permití a tu padre tocar ni la tapa de la olla, qué hace ese hombre en la cocina!
O de mi suegra cuando decía:
-Si no está el padre no hay quién cocine-
Era una lucha terrible, a pura espada y lanza, pero no desistí.
-El matrimonio es de a dos. Los hijos son tanto del padre como de la madre- Repetía yo cada vez que tenía una oportunidad. No puedo estar al mismo tiempo en la casa y en el trabajo.
Tuve que reconocer que sola no podía con todo. Necesitaba auxilio.
A veces nos quedan sentimientos de culpa, ya que nos perdemos muchas cosas, que lejos de ser trabajos son momentos impagables e irrepetibles, sin replay, como lo son el hecho de acompañar a nuestros hijos en su primer día de clases, o verlos actuar en las fiestas escolares...
Y bien, no pasó nada.
Mi esposo disfrutó mucho de nuestros hijos, y lo continúa haciendo. No se pierde oportunidad de compartir sus tiempos. Se creó, eso sí, un vínculo muy fuerte entre ellos.
Creo que hemos criado a nuestros hijos con total equilibrio y sin traumas.
Mis tres hijos varones cocinan maravillas, como su padre. La niña, igual que la madre, en la cocina es poco creativa.
Pero todo está bien, y todo el mundo aceptó nuestras reglas familiares.
Ni los hombres son menos hombres ni las mujeres nos sentimos menos mujeres por compartir las tareas del hogar.
Hay que reconocer que a las mujeres nos cuesta dar participación a los hombres y ceder algunos espacios.
Aún no hemos inventado el día del hombre, creo que estamos en deuda.

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