lunes, 17 de noviembre de 2008

DIOS NOS GUARDE

Dios nos guarde de los envidiosos. Y de la envidia que corroe el alma.
Hoy estoy reflexionando sobre un interrogante que hace tiempo me vengo formulando:
Si bien todos tenemos una parte buena y una mala, ¿porqué molesta a algunas personas la parte buena de otras? ¿Porqué hay quienes viven mal no pudiendo evitar el compararse con sus pares?
¿Por qué se enfadan de por vida ante los logros de los demás?
¿Por qué se acentúa más en ellos ese sentimiento negativo, al punto de convertirse en rabia, cuando comprueban que no logran conseguir ni con esfuerzo lo que ese otro consiguió sin siquiera habérselo propuesto como meta prioritaria?
En lugar de aborrecer a las personas que van felices por la vida, yo estoy segura que les resultaría más fácil aprender de ellas, pero no "querer ser ellas". Estas pobres personas carcomidas por la envidia y cargadas de negatividad, generalmente no logran ver más allá de sus narices, no hacen nada por ellas mismas, condenándose a vivir a la sombra de otras. No pueden, en su ceguera, darse cuenta que aquello que los felices consiguieron no fue por que corrieron alocados detrás de la felicidad, tratando de apoderarse de ella a cualquier precio, sino por que eligieron como forma de vida dar sin pedir a cambio, hacer sin pretender figurar, ayudar por ayudar, y es así como sin querer se fortalecieron día a día, dando su sabiduría, su tiempo y sus palabras de aliento, sin esperar que se lo pidan.
Un síntoma que caracteriza a las personas que padecen la triste enfermedad de la envidia es que no alcanzan a ver cómo el generoso y humilde es capaz de pedir ayuda o disculpas, así como perdonar sus propios errores, y todo esto sin sentimiento de culpa y sin resentimiento.
Es la actitud de entrega lo que los convierte en felices, ese no medir la ayuda que espontáneamente brindan a los demás, desinteresadamente, sin esperar nada a cambio. Una cuestión opcional que marca la diferencia con aquellos que se preocupan todo el tiempo por acopiar pàra sí, no sólo bienes materiales, sino -lo que es peor aún- el brillo fatuo del "figurar", una ansia irrefrenable de poder, un apetito insaciable de tener más que los demás, un anhelo perpetuo de sentirse más que otros, un sentimiento enfermizo que los hace desgraciados cuando otro deja a la vista, más que metas alcanzadas, su altruismo, su alegría de vivir, su simplicidad.
La envidia es una dolencia que no permite a quienes la contraen reconocer que todas las personas, desnudas de cáscaras exteriores, sólo tenemos algo para mostrar: el alma. Y ver virtudes en las almas desnudas, inexplicablemente les agrava el cuadro.
¡Dios nos guarde de los envidiosos y nos libre de la envidia que corroe el alma!

miércoles, 5 de noviembre de 2008

JUNTOS ¡QUÉ FACIL! pintando ilusiones y esperanzas


Así nos quedó. ¿Verdad que está hermoso?

Una vez informados desde la Dirección del Establecimiento de la existencia del Proyecto “EL ESFUERZO PROPIO Y LA AYUDA MUTUA”, todos en el grado nos interesamos, ya que desde principio de año los alumnos de Sexto Grado “A” pensábamos realizar un mural en la Escuela, a fin de dejar algo nuestro plasmado allí, tal como lo hicieron los alumnos de Sexto Grado del año anterior.
Enseguida pusimos manos a la obra: había que redactar cartas y enviarlas por correo. Pero antes de comenzar ya nos encontrábamos ante una dificultad: podían participar hasta diez alumnos por grupo, y el nuestro era de 16. ¿Quiénes participarían y quiénes no?
Si bien podían presentarse dos trabajos por Escuela, uno correspondía a los alumnos de Quinto Grado, que también querían participar y tenían derecho a hacerlo. Pero decíamos y repetíamos:
-¿Qué hacemos?-¡Todos queremos pintar para dejar nuestro dibujo en el patio! A esta primera dificultad la sorteamos planteándola en Dirección, donde la Señora Directora se comunicó por teléfono con el Organismo que proponía el proyecto, y fue resuelta, ya que nos dijeron que SÍ podíamos inscribirnos los dieciséis. Esto nos causó mucha alegría, ¡era hora de empezar!
En primer lugar nos inscribimos, llenando la planilla con nuestros datos y enviándola por e-mail.
Luego redactamos las cartas para pedir que nos donen los fondos y comprar los materiales necesarios; así se resolvió la parte económica.
Nos reunimos en el aula y entre todos decidimos que buscaríamos información sobre los principios Cooperativos y/o Mutuales (Cooperación- Solidaridad- Esfuerzo propio- Ayuda Mutua- Participación Democrática), así como dibujos y diseños que representaran esos valores. Fuimos extrayendo algunos elementos que nos gustaron, modificándolos y agregando cosas que se nos ocurrían a nosotros.
El arco iris no podía faltar, en eso nos pusimos de acuerdo todos cuando nos enteramos que la bandera de la Cooperación tiene esos colores:
ROJO: Representa el fuego y el amor que une a las personas, y sin amor no hay igualdad, democracia ni felicidad.
NARANJA: Nos recuerda el amanecer, el comienzo, el nacimiento de algo nuevo realizado con el esfuerzo de todos.
AMARILLO: Significa la luz del sol, que nos da vida, calor y la energía que necesitamos para emprender algo nuevo.
VERDE: Color de esperanza, porque cada vez que realizamos algo de manera cooperativa, tenemos la esperanza de ver nuestros logros realizados un día.
AZUL CELESTE: Es el color del cielo y representa la ilusión, que nos da ganas de trabajar con alegría y unidad para poder tocarlo, ayudándonos unos a otros.
AZUL MARINO: Encarna el valor que nos lleva a buscar nuevas rutas, nuevos horizontes.
VIOLETA: Es el color que representa la humildad, todo lo espiritual y Divino, que nos acercan al prójimo y no pueden faltar si queremos trabajar de manera cooperativa.
Nos dimos cuenta que lo que queríamos representar, era la imagen de todos nosotros tratando de alcanzar algo muy alto, para lo cual fuera necesario trepar unos sobre los hombros de los otros.
Para eso se necesita poner en práctica muchos valores en diversas acciones: dar las manos, sostener, contener, pedir ayuda, correr a ayudar, tolerar, reír, disfrutar, soñar, ilusionarnos, contagiar y sobre todo tener puestas nuestras esperanzas en un mundo mejor.
La idea ya estaba puesta sobre papel. Pero era un dibujo pequeño, ahora el próximo desafío era agrandarlo en escala. Entonces realizamos los moldes en cartón, y una vez pintada la base, es decir el fondo del diseño sobre el muro, para el cual elegimos un amanecer en el campo, sólo teníamos que dibujar, pintar y terminar algunos detalles.
Esa imagen encerraba todos los conceptos que queríamos expresar. Cada uno por separado, resultaría imposible, pero JUNTOS ¡QUÉ FÁCIL! Y así surgió el nombre de nuestra obra.
Al fin nuestro trabajo estuvo listo. Lo mirábamos desde todos los ángulos con satisfacción. Sacamos muchas fotos para intercambiar por correo. Es fruto de nuestro esfuerzo. Lo hicimos entre todos, acordando colores, eligiendo y mezclando, compartiendo, preguntando, riendo, disfrutando, cometiendo errores, corrigiendo, en fin…COOPERANDO…Es un regalo para nuestra escuela de la cual nos vamos despidiendo…Pero es un regalo para nosotros, para el alma, momentos compartidos que nos llevaremos para siempre en nuestros corazones.

Sexto Grado “A” Esc. República del Paraguay – Marull Docente asesora: Adriana Nancy Mansur

sábado, 1 de noviembre de 2008

HAZ EL BIEN...

Hoy, leyendo un artículo de Miguel Ángel Santos Guerra, ese maestro maravilloso español que tuve la suerte de conocer en un congreso nacional en San Francisco, traje a mi memoria algo que me sucedió hace muchos años. Era yo maestra rural y daba clases en una escuelita de campo que distaba más de veinte kilómetros de mi pueblo. Cada madrugada me levantaba para viajar hasta mi destino con un camión que entraba a todos los campos para retirar la leche de los tambos. A la vuelta tenía que hacer dedo, pues no contaba con medios de movilidad ni con solvencia para acceder a uno, era sólo una maestra suplente.
Aquella siesta de calor agobiante, había caminado ya una legua por el camino polvoriento sin que ningún vehículo pasara, o si lo habían hecho no había tenido nadie la gentileza de parar y acercarme, al fin y al cabo nadie tenía obligación, y no era culpa de ellos que yo no tuviese dinero para pagar un remis, o comprarme un auto, o acceder siquiera a un teléfono celular para pedir auxilio.No,me estaba olvidando que en esa época no existía esa tecnología, ni siquiera los llamados ladrillos que hoy pasaron a la historia, por lo menos en nuesto páis no, en las películas sí se veían, pero eran adelantos de otros mundos, acá aún estaban lejos de llegar.
Ya muy cansada, recuerdo que me detuve un rato a la sombra de un árbol del camino para reponer fuerzas,a punto de llorar, aunque fuera ésto algo inútil. De pronto apareció alguien de la nada, una mujer desconocida vino trayéndome agua fresca, me llevó a su casa, me hizo sentar a su mesa para que almuerce con su familia, que era desconocida para mí. Cuando yo estuviera bien, recién después de almorzar, me acercaría hasta el pueblo. Yo jamás olvidaría este gesto. Fue una de las más grandes lecciones de vida que he recibido.
Pasó algún tiempo, y una persona de mi pueblo me aseguró que esa era una mala mujer, infiel a su esposo, bígama y no sé qué otras cosas más, a la que sólo atiné a responder:
-¿Qué me importan a amí sus pecados? Sólo por una acción ella se ha hecho merecedora del Reino de los Cielos, porque "tuve sed y me dio de beber, tuve hambre y me dio de comer"
¡Ojalá pudiera contar el mundo con más pecadoras de esa índole!.

miércoles, 15 de octubre de 2008

DESNUDANDO VERDADES

Hoy estoy pensando en el peso que soporta sobre sus espaldas un maestro.
El maestro debe atender a la diversidad, adecuar contenidos para cada uno de sus alumnos. Debe llevar al día sus actividades diarias, su proyecto anual, así como proyectos paralelos, seguimiento personalizado, registro de asistencia diaria, actos escolares, correcciones al día, evaluaciones, adecuaciones curriculares, los recreos, control de la documentación, reuniones de personal, reuniones de padres, de consejo escolar, entre otro sin fin de tareas.
Todo lo hace responsablemente, de la mejor manera posible, leyendo, informándose, estudiando, haciendo cursos y talleres de capacitación y con buena predisposición para el trabajo.
¡Qué fácil parece todo eso!
Debe escuchar que le digan que si no le conviene trabajar EN ESO que se dedique a otra cosa, que no sea irresponsable, que deje de "perjudicar la educación de los niños" con sus insistenes reclamos...
Hay algo que no siempre sale a la luz, sobre todo desde las autoridades, y es el malestar que deben soportar muchos maestros argentinos en sus aulas.
Poco se habla del maltrato al que son sometidos día a día por algunos alumnos. No se enteran, o mejor dicho no quieren enterarse, que muchas veces el maestro, que preparó su clase con dedicación, buscando la mejor estrategia, se encuentra de pronto con alumnos que actúan de manera desagradable, maltratando a sus compañeros y docentes, poniéndolos en situaciones de límite y muchas veces en ridículo.
¿Quién se acuerda del maestro? ¿A quién le importa si se siente mal o bien?
Ahí debe estar para explicar, comprender, entender, atender, consolar, controlar.
Ahí le depositaron al niño para que lo cuide, lo eduque, atienda y vigile, en fin, que lo AGUANTE.
No son cien pesos más o menos los que harán a la buena convivencia en las escuelas públicas, donde convergen niños comprometidos con su propia educación y que a veces terminan siendo olvidados y discriminados por aquellos otros, que sólo vienen porque necesitan el plato diario de comida que la escuela les brinda, además de su propia e inconciente necesidad de descargar el resentimiento y la sensación de fracaso que causa la perversa distribución de las riquezas y el poder, el hambre, la higiene,la salud, el alcoholismo, la delincuencia, la promiscuidad...todo el peso de la desigualdad social, todo el odio de los sueños frustrados, toda la desazón y la indiferencia que les provocan las normas y la educación, cuando primero deben resolver la falta de seguridad, el calzado, el vestido, el abuso, el abandono, la indigencia...
¿A quién puede importarle que el maestro de hoy deba enjugar todas esas lágrimas, mitigar esas heridas, hacerse cargo de suavizar todas las broncas de la sociedad?.
El maestro no es un superhéroe, el maestro no es superpoderoso.
El maestro en un ser humano que sufre y se debate en medio del amor, el odio y el dolor de sus alumnos, en medio de la perfidia de la sociedad, de las exigencias y de la indolencia.
Al maestro de hoy, le duele en el alma la indiferencia.

domingo, 10 de agosto de 2008

APOSTÉ Y GANÉ

Yo confié y gané. Aposté y resulté beneficiada.
Sí, así como se los cuento. Porque cada vez que uno de mis alumnos logra algo positivo, yo también resulto favorecida, me siento bien conmigo, he acopiado una nueva experiencia que me ha hecho crecer un poquito.
Y de eso se trata la vida de un maestro, de enseñar al mismo tiempo que va aprendiendo y creciendo.
Uno de mis alumnos de este año, sexto grado de primario, ha estado incomodando a cuánta persona del ámbito educativo ha podido, sus conductas dejaban mucho que desear.
He recibido constantes quejas de sus compañeras y compañeros de aula, niños de otros grados, porteras, compañeras docentes, y he estado tratando por todos los medios de hacer que este angelito mío, como acostumbro llamar a mis alumnos, deponga su actitud, pero sin resultados positivos. Era como si todo consejo, recomendación o llamado de atención cayera en saco roto.
Entonces tomé una medida arriesgada y esperé sin decir nada a nadie, ni al propio alumno.
Hace dos o tres días, para honda satisfacción mía, en un recreo mientras observábamos a los niños jugar, mis colegas me dijeron:
-Ese niño ha cambiado mucho, y para bien-
-Es otra persona-
-Trabaja mucho y ya no molesta a los demás-
-¿Qué le hiciste? ¿Hablaste con sus padres? ¿Le pusiste una baja calificación en conducta?-
A lo que respondí con la verdad y llena de regocijo:
-No, nada de eso, sólo le he demostrado que confío en él. Le he puesto el viernes pasado, en el Informe de Conducta Semanal, un EXCELENTE.
Le he dado un crédito sin garantía y a sola firma. Me he arriesgado. No he podido ir en contra de mis principios.
El niño, que no es ningún tonto, ha advertido que no lo tenía ganado aún, pues hasta ese momento su conducta no estaba ni cerca de un Excelente.
Y su próxima reacción, luego del salto de felicidad que ha dado al ver su nota, ha sido la de esforzarse por merecerla y ya no seguir en deuda con quien confió en él.

¡Yo lo sabía, estaba segura que es bueno confiar en los niños!.

No sé si ésto puede llegar a funcionar así siempre, lo que sí sé es que a mí, en esta circunstancia me ha dado buenos resultados.
Arriesgué y gané.
Por eso vuelvo a confirmar mi teoría de la confianza.
Vale la pena correr los riesgos.



miércoles, 2 de julio de 2008

¿QUÉ ESTÁ SUCEDIENDO?

Hoy en todos los medios se vieron escenas de violencia de un alumno hacia un docente. Me quedé perpleja. Vi luego la imagen de un padre llorando, y de una madre tratando de disculparse. Sentí lástima y vergüenza ajenas.
Esas escenas recorrieron el planeta en unos pocos instantes. ¿Qué está sucediendo?
-La educación viene del hogar- Opinaron algunos. -La maestra no supo poner límites- Arguyó otro. -El alumno quiso llamar la atención- Expresó algún otro-
Y yo me quedé pensando en esa maestra. ¿Cómo estará ahora en su casa?
Seguramente llorando. Porque a nadie le deseo los momentos que vivió, mientras un alumno la agredía verbal y físicamente, se burlaba, la empujaba , tironeaba... Hubo otro que con un celular lo filmó todo, el que mostró las imágenes. Y hubo más de veinte adolescentes que asisitieron a la escenas con total mutismo, sin intervenir, sin hablar, sin jugarse por nadie... Ese silencio, esa falta de solidaridad, de compromiso, ese no jugarse, no meterse , fueron actitudes que también me preocuparon.
Sentí que eso era cualquier cosa menos un aula, un equipo de trabajo. Qué lástima, pensé para mí, cuanto tiempo y saberes tirados a la basura!
¿Qué hubiera hecho si yo hubiera sido esa docente? ¡Qué situación tan difícil! Creo que no hubiese dejado llegar las cosas a ese punto. Si de pronto me hubiese quedado sin autoridad, se supone que en toda institución debe haber un directivo que pueda auxiliar, por decirlo de alguna manera; en el último de los casos hubiese abandonado el aula y llamado a la autoridad, antes de permitir que un alumno, por alto y fornido que fuese, llegara a tironearme; creo que inconcientemente ella dejó llegar la situación a ese punto y de algún modo ayudó a provocarla. En ningún momento intentó hablar,ni con ese alumno ni con el grupo, que con su silencio era también partícipe de la agresión.
Estamos en el siglo XXI y en la era de la comunicación, y eso es algo para tener en cuenta y tomar en serio. No podemos meter saberes en las cabezas de los chicos como papeles abollados en un tarro de basura.
Yo noté que ella pretendía dar su tema como una obligación, pero sin procurar conexión con el grupo.
También noté su temor e inseguridad. Temor a actuar.
¿Por qué tanto miedo? Serán tan TEMIBLES esos chicos?
¿Qué hubiese hecho, usted Madre o Padre en su lugar?
Yo estoy segura que ese adolescente pide a gritos un hasta aquí, pero los tiempos son cortos, ahora es grande y mide un metro noventa. Los padres se limitan a llorar o pedir disculpas cuando es demasiado tarde, en lugar de dejar que el mismo alumno se haga cargo de su falta.
Ningún niño se trauma por una cachetada dada a tiempo, ¿o es que acaso no nos la dieron a nosotros alguna vez y hoy estamos profundamente agradecidos a nuestros padres, que supieron corregirnos a tiempo?
Gracias a Dios recibí mi cachetada a tiempo, y me aseguré de que mis hijos la recibieran si fuera necesario. Jamás pasé un papelón gracias a ellos, por el contrario, son hombres y mujeres de bien, que me adoran y me llenan de orgullo.
Me solidarizo con esa docente, pero al mismo tiempo me da lástima tanto tiempo, esfuerzo y saberes echados a la papelera.
Mientras los profesores y los alumnos sigan siendo desconocidos que deben dar unos, y recibir los otros una determinada currícula, unos determinados contenidos y nada más, mientras no se logre crear en los establecimientos grupos de personas trabajando en equipo, se nos va a hacer cada vez más cuesta arriba la educación a todos.
Esos adolescentes, más que una brillante exposición estaban pidiendo con su maltrato, sus gritos, su indiferencia, sus silencios, una REFLEXIÓN, una conversación verdadera, en fin, faltó comunión maestro-alumno en el aula.
De verdad que no es algo fácil lograrlo. Es lo más difícil de nuestra profesión, pero sin dudas lo que más nos llena el alma a todos y nos hace crecer de verdad.

miércoles, 25 de junio de 2008

YO OPTO POR CONFIAR


Hoy un adulto me dijo:
-En tu aula hay un grupo de niños solos-
A lo que respondí:
-Sí, yo los he dejado para ayudar a este otro grupo. Ellos están trabajando y me han prometido que van a hacerlo bien, responsablemente y solos.
Entonces esa persona me dijo:
-No debes confiar en los chicos-
Quedó la frase dando vueltas en mi cabeza:
"No debes confiar en los chicos"...sonó mal a mis oídos, como si dolieran.
(Demás está decir que los niños trabajaron bien, hasta me atrevería a decir que mejor que si yo estuviese, sabiendo que deposité en ellos mi confianza).

Sí, entiendo. Yo también soy adulto y tengo temores...
Me he quedado pensando...reflexionando...

Yo opto por confiar en mis alumnos. Pero eso tiene su costo y sus riesgos. Pienso pagar los costos y correr los riesgos…
Comenzaremos creando y estableciendo las normas en el aula. Pensando como equipo.
Porque se supone que eso somos. Un grado debe ser un equipo, con todas las letras.
Tenemos que formar diariamente, además de aprender contenidos y saberes de la currícula en vigencia, la conciencia de grupo. Esto se aprende, pero no de un día para el otro, sino a largo plazo. Un año es un tiempo satisfactorio, en ese lapso se pueden lograr muchas cosas.
Una vez establecidas las normas de manera democrática- que los niños a la hora de dictar sus propias leyes son bastante estrictos y exigentes-, comenzaremos a cumplirlas.
El maestro debe ser el primero en cumplir esa ley a rajatabla, debe dar el primer paso y, ante todo el ejemplo.
Un sitio donde no nos conviene ubicarnos es en el de juez, seamos más bien parte integrante del gran jurado, un cuerpo de justicia formado por todos, en el que debemos incluirnos.
Menos conveniente aún es la postura del vigilante. Empecemos respetando nuestro rol, somos maestros, no vigilantes.
No nos convirtamos en espías de los niños, tratando de descubrir a cada momento cuándo infringieron la ley.
Seguramente las van a transgredir, sobre todo al principio.
Es mucho más fácil el camino de las prohibiciones:Esto no, aquello no, lo otro tampoco…así no van a equivocarse, no cometerán errores, ¿Para qué correr esos riesgos?...
Corre menos riesgos el pájaro en la jaula que en la libertad del monte, pero… ¿Cuál crees que será más feliz? ¿Qué espíritu habrá crecido más?
No existe nada mejor que el debate, y sin tanto protocolo, un momento de silencio en la sala, alguien dirá en qué momento la norma fue vulnerada, y, poco a poco, por turnos, a su debido tiempo, irán escuchando las diversas ponencias, sin juzgar, aunque sí, cuidando que se respete el orden en los turnos.
Es bueno anotar en el pizarrón hechos puntuales, sugerencias, reflexiones y pensamientos que vayan surgiendo espontáneamente.
Al final arribaremos a una conclusión, acompañándola con un propósito, una propuesta de cambio de actitud.
Si la propuesta viene de ellos, seguro que la van a conquistar, aunque tal vez no en el primer intento, pero no debemos ser tan ansiosos.
Poco a poco, un paso a la vez.
Todo camino, sea largo o breve, jamás ha podido ser recorrido sin que alguien haya dado el primer paso.
Aprendamos a otorgar libertades a nuestros alumnos, confiemos, soltemos un poco sus alas, sino ¿cómo pretendemos que aprendan a volar?
Aquellas personas incapaces de dar libertad, seguramente carecen de ella, no poseen un espíritu libre, nadie puede dar de lo que no tiene…
Crear y respetar normas es el único camino que nos lleva a vivir en libertad, y no olvidemos que de la misma manera que se aprende a leer leyendo, y a caminar caminando, a ser libres se aprende sólo con el buen ejercicio de la libertad.
Por eso repito: yo confío en mis alumnos, y correré los riesgos…

viernes, 13 de junio de 2008

LA ALFORJA




Después de muchos años de andanzas por distintas escuelas y antigüedad acopiada fuera de mi pueblo, de caminos de campo transitados en sulkys, jardineras, camiones lecheros, motos, bicicletas…
Distancias caminadas a pie en medio de la nada, esperando que alguien pase, extendiendo la vista hacia el círculo distante del horizonte.
Horas al costado de alguna ruta bajo el sol, la lluvia, las heladas, con el temor al viajero desconocido que detiene su camión y te observa con lascivia.
Después de muchas campañas de vacunación y censos poblacionales, campamentos, excursiones, caminatas, bicicleteadas, barrileteadas…
Luego de encariñarme y despedirme de tanto niño que ama y se marcha, abriendo heridas que sangran y cierran, sangran y cierran...
Después de tanto amor derrochado lejos de mi pueblo, de tantas angustias lejos de mi casa, de tantas horas sin disfrutar de mis hijos que crecieron tan pronto, después, en fin, de tantos años de elegido exilio, vuelvo a mi pueblo.
Casi al borde del retiro o la esperada jubilación, me parece mentira poder salir de mi casa veinte minutos antes de la entrada a clase y caminar las pocas cuadras que separan mi hogar de mi trabajo.
Hoy me he puesto a pensar en las cosas que he dejado y he traído a lo largo de mi paso por tantas escuelas.
Me imaginé primero una mochila, pero se me ocurrió demasiado chica. Tal vez una valija… ¿O resultaría grande?
Y reflexioné sobre la alforja de aprendizajes que acarrea cada ser humano a lo largo del camino de su vida.
De cada persona que aprecio he ido guardando cuidadosamente un regalo: el valor para decir las verdades de frente va sin envoltorio, la diplomacia para que duelan menos está prolijamente doblada, la sencillez en un rinconcito, la tolerancia en su caja brillante, la solidaridad envuelta en un pañuelo de seda. La prudencia en un sobre…La humildad casi no se ve, porque es pequeña y transparente…
¡Cuántas cosas valiosas fui recogiendo sin darme cuenta!
Y me pregunto ¿Cuántas más iré a recoger aún?
¿Tendré que ir dejando algunas? ¿Alguien me regalará la sabiduría que se necesita para escoger?
Y, sobre todo ¿Habré sido lo suficientemente generosa como para hacer algún regalo valioso?
¿Habrá quién aún conserve en su equipaje algún pequeño obsequio mío que le haya sido útil en ese viaje de ida?
¡Ojalá que sea así! Porque de lo contrario, ¡qué en vano habré recorrido el sinuoso e incierto camino de mi existencia!

lunes, 9 de junio de 2008

LO ESTOY INTENTANDO

Hoy una niña me dijo:
-Señorita, esto no me sale. Yo no lo hago. Es muy difícil.
-Pues, inténtalo una vez más.
-Bueno, pero si me sale mal, es por que lo estoy intentando.

¡Qué linda frase! Y con qué espontaneidad y frescura fue dicha.
-Por supuesto. Si lo intentas te puede salir mal o bien. Si no lo intentas, es seguro que nunca te equivocarás, pero nunca te habrás brindado la oportunidad de hacerlo bien.
Recuerden el día que aprendieron a andar en bici.
¿Acaso alguien salió pedaleando sin ninguna dificultad, sin caerse, sin darse un porrazo?
Cada problema nuevo es un reto, un desafío nuevo.
A veces los chicos se niegan a pensar para resolver situaciones nuevas, y yo me pregunto: ¿A qué se debe?
Creo que algunas veces es por temor a equivocarse, a quedar en ridículo ante la clase, frente a sus compañeros.
Aunque muchas veces es por comodidad.
Claro. Si hoy todo viene hecho. Desde el mapa hasta la leche chocolatada.
¿Cuántos niños saben prepararse la leche?
¿Cuántos saben ponerse el reloj y levantarse para ir a la escuela sin que sus padres los despierten?
A veces somos los adultos los que, por evitar que los niños se equivoquen, por no aceptar que tienen que cometer errores, preferimos darles las cosas servidas, y no nos damos cuenta que les estamos quitando oportunidades de aprender a resolver sus propios problemas, de manejar sus vidas, de ser autónomos.
Y lo que es peor, cuando algo les sale mal los retamos, en lugar de estimularlos y alentarlos para que sigan avanzando hacia lo correcto.
No es malo ver trabajos borroneados después de los repetidos intentos, y no debemos cansarnos de observar la voluntad puesta en cada viaje que los niños realizan desde sus mesas de trabajo hasta nosotros, para consultarnos.
Lo que en realidad importa, es que al final del desafío cada niño haya podido arribar a una conclusión y se sienta seguro de poder resolver otra situación semejante a partir de esa consecución.

Debemos estimular a los chicos a pensar y resolver sus propios problemas. A intentar una y otra vez alcanzar sus metas. No poner tanto énfasis en lo que está mal, sino reparar en sus ganas de superarse, orientándolos por otros caminos posibles para alcanzar la resolución, reconociendo siempre lo que está bien hecho.
Indiquemos dónde está el error, sin poner con nuestra lapicera lo correcto, pues esto es como decir:
-Está mal. Caso cerrado. Perdiste la oportunidad de hacerlo bien.
Yo prefiero decir:-Te equivocaste aquí. Pensá, hacelo de nuevo y volvé.
A menudo ellos dicen:
-¿Todavía estoy a tiempo de sacarme un Excelente?
Siempre tienen que estar a tiempo.
Y ¡ojo!, que eso no es regalar nota. Es sólo acompañarlos para que ellos la consigan.
Esto importa en la educación de los niños, porque crea una actitud positiva frente a los desafíos de la vida diaria.
Y sabido es que las actitudes positivas, así como las negativas, son en cierto modo “contagiosas”.
¡Y qué bien nos vendría a todos el Virus de la Actitud Positiva! (V.A.+)

LA LLAVE DEL CORAZÓN

Muchas veces los maestros nos quejamos de nuestros alumnos.
-Hoy Fulanito no hizo nada. No trabajó. Molestó a todo el mundo, descontroló a los demás. Ni te cuento las palabrotas que dijo. ¡Irreproducibles! Lo mandé a la dirección, pero de allá vino peor.
La pobre maestra ad-honorem, ayer salió de la escuela llorando. Ya mandé llamar a la madre, pero ella dice que también la hace morir. Que ya no sabe más que hacer con él.
Y a mí también se me agotan los recursos. ¿Qué hago? Tal vez suspendiéndolo por unos días escarmiente, recapacite y venga a la escuela con más ganas de trabajar.
¿Qué maestra no hizo alguna vez estos comentarios u otros parecidos entre sus compañeras?
¿Quién no sufrió alguna vez este flagelo en una escuela de pueblo, común y corriente?
¡Cuántas veces he llegado a mi casa con todo esto dando vueltas en mi cabeza! El caso Fulanito.
Después de reflexionar y experimentar personalmente, entendí que mejor que preparar clases especiales para Fulanito, es averiguar qué le está pasando.
¿Por qué actúa así? ¿Qué me está queriendo decir?
Yo lo siento distante. Me está arrojando piedras para que lo mire. Está necesitando una cuerda salvadora por que se halla en dificultades.
No lo puede decir. No sabe a quién decírselo ni cómo. Está pidiendo auxilio. Veamos qué se puede hacer.
Fórmulas mágicas, no existen. Pero sí, con el correr de los años, aprendí algunas cosas, mitad experiencia, mitad surgidas espontáneamente no sé de dónde. Llamémoslo vocación, o una especie de pasión por querer transmitir algunas cosas buenas y útiles que la vida a uno le ha ido revelando. Enseñanzas de vida.
¿Me he acercado a Fulanito? ¿Lo he mirado sostenidamente a los ojos? ¿Le he dicho que lo quiero mucho y que tengo un par de cosas que enseñarle, que le van a ser útiles en la vida? ¿Lo he abrazado alguna vez? ¿Le he acariciado la cabeza?
No es tan fácil. Porque Fulanito tiene olor. No se baña. Además está siempre lleno de moco.
Pero… ¿Te preguntaste quién hay detrás de ese Fulanito mal educado?
¿Sabés quién hay debajo de ese Fulanito mal higienizado?
Probá buscarlo. Probá descubrirlo. Miralo a los ojos. Llamalo por su nombre. Decile “te quiero”.Preguntale qué le pasa, qué problema tiene. Hazle saber que puede contar con vos para lo que sea. No le grites aunque él te grite. Haz un esfuerzo por no perder el control. Contá hasta diez. Hasta cien, si es preciso. Concédele algunos permisos especiales. Escucha algunas de sus razones. Hazlo sentir importante, bueno para algo, el mejor en algo.
Te vas a sorprender cuando descubras al verdadero Fulanito. El Fulanito sin máscara y sin armadura. El alma desnuda de Fulanito. Vas a ver qué cosas lindas hay detrás de esos ojos que a veces hasta se llenan de lágrimas. Te vas a emocionar. Es lo más hermoso de ser maestra. Doy fe. Vas a ver que vale la pena buscar hasta encontrar la llave de su corazón. Y si después de todo eso no pudiste llegar al corazón de Fulanito, es una verdadera lástima. No Sabés lo que te perdiste.

LA FRUSTRACIÓN

Una de las cosas que daña la relación maestro-alumno es la frustración.
En ocasiones pretendemos que nuestros alumnos se apropien de algún concepto, y ponemos en ello nuestra energía. Intentamos mostrarles el camino correcto, procuramos que razonen, que deduzcan, que lo descubran.
Interrogamos, retomamos caminos ya transitados por sus conocimientos, los conducimos para que observen, comparen, damos paso al diálogo, a la participación, a la interacción, en fin, empleamos todo cuanto está a nuestro alcance para que ellos puedan arribar a una conclusión.
No obstante, hay alumnos que no lo consiguen, ya sea por que no es algo significativo para ellos, porque están cansados, lo cual sabemos, disminuye el poder de concentración, y por ende la capacidad para razonar, por que se distrajeron a raíz de algún conflicto que los aqueja, quién sabe…
Lo cierto es que esa desatención nos hace sentir frustrados.
Y he aquí que la frustración hace sentir rápidamente su efecto maléfico.
El no logro de los objetivos es frustrante tanto para el docente como para los alumnos.
La frustración es un estado de ánimo desagradable, un sentimiento, es sentir que hemos fracasado.
Y este es un estado que con seguridad lleva a tomar decisiones equivocadas a ambas partes
Puede suceder que el alumno:
* Lo abandone todo, deje de trabajar.
* Se disperse.
* Se levante y agreda a alguien, pues debe liberar la rabia que produce la frustración.
* Borre tantas veces que rompa la hoja y llore.
* Provoque ruidos molestos.
* Arroje avioncitos o bolitas de papel masticado.
* Se vaya al baño so pretexto de que ya no aguanta., etc.
Por su parte, el docente puede llegar a tomar decisiones equivocadas:
* Retar a todos por que no son capaces de pensar.
*Experimentar sensación de impotencia.
*Pasar a otro tema, pues si algunos pudieron entenderlo, los demás tuvieron la misma oportunidad.
* Poner una baja calificación a quien no haya logrado realizar correctamente la actividad.
Y así estará planteada la situación.
Al final de la jornada saldrán de la escuela unos niños con una carga negativa, que si bien nadie ve, pesa sobre sus espaldas.
Y de los maestros ni hablar.
Ceños fruncidos. Dolores de cabeza y de estómago. Agotamiento. Irritabilidad. Sin humor para hacer ni soportar bromas.
Y es sabido cuán difícil es dejar todo ese bagaje en la puerta de la escuela. Es algo utópico.
A los sentimientos no te los podés sacar como al guardapolvo. La frustración es la frustración. Te la llevás puesta.
Y no es tan fácil evitarla, pero tampoco es imposible.
He aquí algunos consejos que me han resultado muy útiles a la hora de combatir ese estado afectivo que influye negativamente sobre los comportamientos de las personas.
*No digas no puedo.
*No bajes los brazos.
*No te rindas sin haber dado batalla.
*En la vida casi nada sale bien en el primer intento.
*Reconocerás que no te las sabes todas.
*Te jugarás por lo que quieras.
*Harás frente a aquello que te da miedo.
*Perdonarás tus propios errores.
*Equivocarse es algo natural en los seres humanos.
*Si no puedes hoy, tal vez mañana logres tu objetivo.
* Todo lo que te suceda, por malo que te parezca, tiene su lado positivo.
Porque los seres humanos siempre nos merecemos otra oportunidad.
Si logramos entender y asimilar todo esto, seguro que habremos creado un clima de comunicación más fluido y agradable, de distensión, de acuerdos, de negociaciones responsables y maduras. Sin presiones ni represiones. Habremos logrado un cambio de actitud en nosotros y en nuestros alumnos. Habremos dado un paso más hacia el encuentro maestro-alumno.

EL HONOR DE LLAMARNOS MAESTROS

No existe el aprendizaje, si no hay un punto en el que se encuentren los alumnos con su maestro. Y éste es un estado de espíritu que no siempre se puede lograr en las aulas.
Durante todo mi transitar por la docencia, me he esmerado en leer, estudiar, reflexionar sobre mis prácticas, pero sobre todo he tratado de descubrir los diversos caminos que llevan a esos encuentros, tanto con los grupos, como con cada niño en particular.
Cualquier esfuerzo será poco mientras estemos empeñados en acortar las distancias que impiden el encuentro entre cada alumno y su maestro.
A partir de ese encuentro recién podremos pensar en transferir algo de lo que sabemos y a la vez aprender algo de lo que ellos pueden enseñarnos, porque si somos verdaderos maestros, estamos llamados a enseñar y aprender durante toda la vida.
Cada niño tiene un mundo propio, y cada maestro que la vida, las circunstancias y el destino le hayan asignado, tiene el deber de escuchar, atender, entender, adivinar (por qué no)...qué es aquello que se interpone entre esos dos mundos, para poder acercarse y acceder a cada uno de esos universos, dar ese paso mágico que nos permita ingresar como quien atraviesa un espejo, conocerlos y compartirlos de alguna manera, sean estos brillantes u opacos, tristes u alegres, felices o desdichados.
Meternos, involucrarnos, comprometernos. Crear vínculos.Tomar en serio a cada uno. Considerarlo una persona que tiene posibilidades, que es capaz, que puede aprender como los demás. Y hacérselo saber, y hacércelo creer.
Pero por sobre todas las cosas prodigar afecto a nuestros discípulos, eso es, el afecto es un componete indispensable a la hora de transferir conocimientos...
Creo que esta comunión es lo único que justifica el honor de llamarnos maestros.